lunes, 10 de diciembre de 2012

Navidad, Adviento y sus Signos (Apologética )

Por qué hacemos lo que hacemos? Es importante en esta época de la Iglesia, conocer el profundo sentido y la razón por la que obramos, no solo para una mejor vivencia de nuestra fe, sino también para resolver las dudas a aquellos que insistentemente se empeñan en cuestionar la fe cristiana de 2000 años, la santa fe Católica y Apostólica.
La Iglesia propone, como el antiguo pueblo de Dios, fiestas que conmemoran los más grandes momentos y eventos de la vida de fe, no solo por su excelsa importancia para la Iglesia sino también como importante y profunda catequesis, para propios y extraños. Las celebraciones de Adviento y Navidad, son la puesta al día y recordación de estos magnos eventos que rodean la primera venida de Cristo, motivo de nuestra alegría y gozo.
El pueblo antiguo de Dios (hebreos), en iniciativa propia, celebraba todo acontecimiento glorioso en el que Dios se mostrara favorable para el pueblo y esto resultaba agradable a los ojos de Dios. Dirán algunos, "ellos celebraban porque la escritura lo dice" y en esto erran, pues escapan de ver que en muchos casos primero el pueblo celebraba y la escritura lo retrataría después, haciendo de actitudes de hombres palabra de Dios aceptable y loable para la posteridad. Hay una cultura moderna "cristiana" que ve la biblia como "libro de instrucción" y la proclama como tal, pero escapa comúnmente de ver y entender que antes de la escritura hubo hombres que primero vieron antes de escribir. Por esto es que, de manera equivocada desprecian la tradición cristiana, tesoro exclusivo de la Iglesia Católica.

Adviento: Es época de preparación. De celebración por la venida al mundo de la única realidad tangible. Es una foma de vigilia, que nos llama por segunda vez en el año (después de la pascua) de volver al estilo de vida cristiano posiblemente enfriado durante el año.

La fiesta de Navidad: No habiendo una certeza de la fecha exacta del nacimiento de Jesús, la Navidad se propone en época coincidente con la fiesta judía del Hannukah celebrada por ellos también en la actualidad (en el mes de Diciembre) y que fue celebrada también por el mismo Jesús (Juan 10,22-23).
La institución de esta fiesta NO APARECE, en las biblias protestantes, pues está retratada en los libros de 1 y 2 Macabeos, sacados de las mismas a partir del Siglo XVI de la mano de Martín Lutero quien no obstante su marcado antisemitismo, decide acogerse al canon escritural judío del Antiguo Testamento. Tal fiesta judía, conmemora la purificación y la restitución del verdadero culto en el templo, profanado por los enemigos de Israel dos siglos antes de la venida de Cristo.
El propósito de transpolar esta fiesta para la cristiandad aunque con un nuevo significado aparece evidente, pues se decide tomar una fecha para conmemorar el nacimiento de Jesucristo, el nuevo templo del ahora nuevo y único culto agradable a Dios.
Para conflicto mental de muchos satanizadores de las tradiciones (sabios privados del conocimiento dado solo a los humildes), coincidiría esta festividad también con la celebración antigua de las fiestas saturnales en el Imperio Romano, para lo cual resulta favorable también el instaurar una celebración de peso para imponerse sobre las fiestas en honor a los dioses paganos. Esto otorga para esta nueva modalidad de "intelectuales" cristianos y su carga de supersticiones, una razón para no celebrar la navidad, bajo la idea de una presunta fiesta pagana enmascarada, como si el nombre que se proclamara en ese día no fuera el del Señor y como si tal día tuviera algún "peso espiritual reservado al demonio", siendo incapaces de sobrepasar sus pervertidas ideas para reconocer que todos los días del año pertenecen y son aptos para conmemorar al único Dios, robándole por superstición un día de culto.

Los signos propios usados:

El Pesebre o Pequeño Belén: 
Es la dramatización de los eventos magníficos sucedidos en torno al nacimiento de Jesús. Nada que decir más allá de la eterna controversia acerca de las imágenes propuesta por las sectas en su ya conocido ánimo proselitista y engañoso.
Este es además de una enorme importancia catequética para los niños, para explicarles e invitarlos a conocer y amar su fe,
Libro La Infancia de Jesús
 ya que es la representación y signo central actual de la navidad.
Su inicio se remonta a San Francisco de Asis (S XIII) quien haría la primera dramatización personificada del suceso de Belén, costumbre que después adoptaría también la Iglesia Universal, mediante el uso de imágenes.
Con respecto a los animales, presentes en el pesebre, Isaías 1,3 retrata un par de personajes que inspiraron la tradición cristiana para introducir, junto a la cuna de Jesús, un buey y un asno (o una mula), capaces de reconocer al único Señor, indicando que la humanidad entera precisaban de reconocer al Salvador. Esta tradición jamás ha sido abolida, ni el libro "La Infancia de Jesús" del Joseph Ratzinger el Papa Benedicto XVI sugiere de alguna forma que esto sea revocado, como lo sugirió de múltiples maneras la prensa amarillista y clerofóbica. Por el contrario, lo reitera e invita a continuarse.

Guirnaldas, Decoraciones Doradas y Luces varias: En aquellos días, la fiesta de la restitución del templo era propicia para la iluminación, el encender de los candelabros como señal de la santidad de Dios que ahora imperaba y toda suerte de decoraciones extravagantes del templo con adornos de oro (1 Macabeos 4,52-59). De la misma manera, nosotros usamos decoraciones con luces y velas (como signo de Cristo la luz del mundo) y decoramos con tesón, como signo festivo y de agradecimiento y honor a Dios.

Árbol Navideño y Guirnaldas tipo Siempreverde (con frutos o semejándolos):
Este es alegórico de Jesucristo el Árbol de la Vida y cuyo fruto comestible es prenda de vida eterna (Apocalipsis 22,2). Un antecedente antiguo que se usa para animar a esta tradición, es la historia de San Bonifacio (S VIII), quien arrancaría un árbol al que le daban culto los paganos, para sembrar uno nuevo y decorándolo con frutos como signo del pecado y candiles como signo de Jesucristo del que se debería escoger.
Se tiene conocimiento de confecciones de este tipo de arboles desde el Siglo XVI, cuando se talaban para decorarlos tanto en ambientes católicos como en ambientes protestantes (ambos conscientes aunque de manera diferente de la realidad eucarística). Ahora se usan árboles sintéticos, con la finalidad de evitar una tala indiscriminada y el tipo siempreverde (árbol que soporta el invierno) es precisamente un signo de una esperanza en lo perdurable del amor de Dios. El árbol aun natural usado en el Vaticano todos los años es un regalo que dan las distintas naciones por deseo expreso de las mismas y que eventualmente su madera termina siendo usada para la confección de regalos tallados para los necesitados.

La Corona de Adviento: Una decoración que lleva los elementos de las anteriormente descritas, y para la liturgia además comúnmente acompañada de velas, que se encienden progresivamente, señalando un estado de vigilia. La corona de adviento encuentra sus raíces en costumbres pre-cristianas de los germanos que durante diciembre, hacían coronas de ramas y encendían fuegos en espera de la primavera. Su uso es un ejemplo de la cristianización de la cultura, significando un tiempo de espera de la venida de Dios a nuestros corazones. 

La Figura de San Nicolas de Myra (de Bari): Su festividad coincide con la primera semana de Adviento.
El santo es recordado tanto en los ambientes latinos como en los orientales por su celo cristiano (como gran opositor de la herejía arriana que negaba la divinidad de Jesús) y además por su generosidad, al poner su pequeña fortuna heredada de sus padres al servicio de los necesitados.
Es un ejemplo clásico y justo que recuerda la generosidad tradicional que se vive en la época navideñas, donde recordamos con más fuerza retribuir el favor de Dios, con caridad hacia el hermano. Por lo tanto se le recuerda bajo la imagen del generoso Santa Claus (Saint Ni-cholas), usado desafortunadamente muchas veces como un mero signo comercial (el "Papa Noel" o "viejo de Navidad"), más que como recordatorio cristiano de la generosidad.

Día de las Velitas (Día de la Inmaculada Concepción de María):  Es en el Concilio de Éfeso en el Siglo V cuando se establece el dogma de María Madre de Dios como punto neurálgico y decisivo en medio de las disputas cristológicas, es decir, aquellas que se libraban en torno a la naturaleza de la persona de Jesús. En aquella ocasión, los obispos de la Iglesia se volcaron a la calle con candiles, a hacer la proclamación del dogma y a celebrarla. Seguimos nosotros esta tradición de manera similar en honor a la Santísima Virgen, encendiendo velas en el día en que se conmemora su concepción (la de María en el seno de su madre Santa Ana). Algunos optan en general por encender en este día el alumbrado navideño, en tanto otros lo hacen desde el inicio del adviento.

La Novena de Navidad:  Es una costumbre antigua que invita a la oración perseverante como lo haría el mismo Jesús (Lucas 22, 40-46). Aunque las novenas son muy antiguas, no fue hasta el siglo XVII que la Iglesia formalmente concedió la primera indulgencia a una novena. Los culturas greco-romanas tenían novenarios dentro de sus sistemas de culto. Con la difusión del cristianismo, los primeros cristianos adoptaron el número de días pero reemplazaron  los contenidos de los mismos con oraciones cristianas. La Novena de Navidad, se tiene desde el Siglo XVIII y es costumbre regular en algunos países Latinoamérica.

Bendición Papal Urbi et Orbi (para la Ciudad y el mundo): Dada el día 25 de Diciembre, tiempo propicio para que en la recordación de nuestros deberes cristianos, recibamos la remisión de los pecados y sus consecuencias para la vida eterna para la Iglesia Universal que se ha preparado durante este tiempo para recomenzar una vida cristiana y retornar a su estado de gracia Mateo 16:19 / Juan 20:23
Procuremos como cristianos la acogida de todos estos signos navideños en nuestro hogar y en nuestro corazón, educando al prójimo en la razón de los mismos y evitando nuevos signos no conducentes al misterio del nacimiento de Cristo que se imponen a doquier opacando la razón de ser de nuestras santas festividades.
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios y a inteligentes, y las revelaste a niños. Sí, Padre, porque así fue de tu agrado.
Que nadie te cuestione tu fe Católica. Que las calles se enteren y los corazones recuerden que Dios ha pagado un gran precio de amor y que ha venido al mundo a liberarlo de sus pecados y a darnos la esperanza en que la vida trasciende a la debilidad de la carne.

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