Él mismo encabezaría su escrito diciendo: "Refiriéndome al Camino neo-catecumenal, el término ´herejías´ puede hacer sonreír a algunos e indignar a otros, pues muchos -en la Iglesia- me juzgarán demasiado alarmista e imperdonablemente ofensivo. Mas, por desgracia, esto corresponde a una realidad que someto a la reflexión de todos; pidiendo particular atención a los párrocos, obispos y sobre todo al Papa."
Pero habiendo nueva evidencia escrita y tangible que sustenta sus escritos, es propio citarlo de nuevo cotejándolo con un identificado catequista avanzado del Camino Neocatecumenal, al que por un respeto que él no tuvo con los demás foristas, todos en contradicción con él, no lo identifico abiertamente.
¿Un avanzado catequista? ¿Cómo saberlo?... Palabras suyas, y como "buen católico" sobre esto se le tomó la palabra y yo, junto con otros, damos fe de que estas fueron sus palabras y por ello como catequista neocatecumenal será tratado en adelante. Posiblemente lo diría para buscar la retractación o la intimidación de los varios miembros del foro, participantes en un casi impensable debate sobre la verdad de la efectiva resurrección de los cuerpos, la cual él negaría (tema que quizas será tratado en otro aparte).
Acá están varios extractos de la percepción del concepto del orden sagrado en el Camino Neocatecumenal según Padre Zofolli:
ORDEN SAGRADO,
SACERDOCIO, JERARQUÍA.
SACERDOCIO, JERARQUÍA.
a) La verdadera Iglesia de Jesucristo sería solamente la de los tres primeros siglos, después de los cuales -de Constantino en adelante-, institucionalizándose, se habría corrompido, hasta que después de 1600 años habría reaparecido con el Concilio Vaticano II. Por tanto, durante un largo periodo, Jesús no habría cumplido su promesa de permanecer junto a su Iglesia todos los días, hasta el fin de los tiempos, y por consiguiente asistirla contra los poderes de las tinieblas (Mt. 28,20; 16,18).
b) De aquí se deduce que veinte Concilios ecuménicos, desde el de Nicea (325) hasta el Vaticano I (1870), no habrían enseñado nada definitivamente verdadero e indiscutible; la gloriosa multitud de todos los Padres de la Iglesia, desde principios del siglo IV en adelante, seguidos por los mayores teólogos de la Edad Media y los innumerables santos formados en su escuela, no serían dignos de estudio ni de admiración por haber sido reconocidos y aprobados por el Magisterio de una Iglesia lánguida, corrompida, infiel al mensaje de su Fundador. Su traición vendría dada por la historia, espíritu, definiciones dogmáticas y reformas promovidas por el Concilio de Trento.
(...)
“La misión de la Iglesia no es hacer que todos entren para formar parte de ella jurídicamente...”. Ella no sería por tanto “la única tabla de salvación que todos deben alcanzar para salvarse”. No se le puede atribuir una estructura jurídica como componente necesario de su naturaleza: su índole sería esencialmente carismática.
“La misión de la Iglesia no es hacer que todos entren para formar parte de ella jurídicamente...”. Ella no sería por tanto “la única tabla de salvación que todos deben alcanzar para salvarse”. No se le puede atribuir una estructura jurídica como componente necesario de su naturaleza: su índole sería esencialmente carismática.
1. El “sacrificio” es un residuo del culto pagano, “en la Eucaristía no hay ninguna ofrenda”, La Misa no es un “sacrificio”.
2. En la Iglesia no hay un sacerdocio ministerial esencialmente superior al común de todos los bautizados; luego no tiene sentido la Orden sagrada que le confiere, distinguiendo al clero del laicado.
3. Mas, si no hay una jerarquía, nadie en la Iglesia posee y puede ejercer el triple poderde gobierno, santificación y magisterio, por lo que en ella no hay ni superiores ni súbditos: la igualdad seria universal y total, porque es sociedad esencialmente democrática, como la civil, en la que el pueblo es soberano.
(...)
e) Estas son las consecuencias que se derivan del repudio de las Ordenes sagradas, del Sacerdocio Ministerial, del Sacrificio. Ahora bien, negado el Orden sagrado, el rechazo de la estructura jerárquica de la Iglesia incluye diáconos, presbíteros, obispos y especialmente el Papa, reducidos a su simple condición de comunes “ciudadanos”, sin ninguna autoridad, lugar ni privilegio..., e intrusos culpables por haber pretendido, durante milenios, una fe y un respeto que no merecían, los seglares tendrían toda la razón para rebelarse contra la Iglesia...
2. En la Iglesia no hay un sacerdocio ministerial esencialmente superior al común de todos los bautizados; luego no tiene sentido la Orden sagrada que le confiere, distinguiendo al clero del laicado.
3. Mas, si no hay una jerarquía, nadie en la Iglesia posee y puede ejercer el triple poderde gobierno, santificación y magisterio, por lo que en ella no hay ni superiores ni súbditos: la igualdad seria universal y total, porque es sociedad esencialmente democrática, como la civil, en la que el pueblo es soberano.
(...)
e) Estas son las consecuencias que se derivan del repudio de las Ordenes sagradas, del Sacerdocio Ministerial, del Sacrificio. Ahora bien, negado el Orden sagrado, el rechazo de la estructura jerárquica de la Iglesia incluye diáconos, presbíteros, obispos y especialmente el Papa, reducidos a su simple condición de comunes “ciudadanos”, sin ninguna autoridad, lugar ni privilegio..., e intrusos culpables por haber pretendido, durante milenios, una fe y un respeto que no merecían, los seglares tendrían toda la razón para rebelarse contra la Iglesia...
f) En resumen, los dirigentes del camino neo-catecumenal varias veces al año organizan peregrinaciones a la tumba de San Pedro, ya que así:
- honran en el Apóstol al primero de los Papas de la Iglesia Primitiva, idea muy querida de los protestantes, Iglesia desaparecida con la “Paz constantiniana”, y -no se sabe cómo- resucitada con el Vaticano II,
- se niegan a venerar en él al Vicario de Cristo, o sea al “Obispo de los Obispos” que tiene la plenitud del Sacerdocio Ministerial.
- Luego los dirigentes del C.N. (no digo “los fieles neocatecumenales”, ignorantes y de buena fe) reconocen en Juan Pablo II no al Sumo Pontífice, Jefe visible de la Iglesia Católica, sino a una eminente personalidad del mundo civil, un poder humano de altísimo prestigio, ante quien pretenden presentarse como enviados, representantes, precursores, hijos predilectos, en cuanto que le atribuyen al Papa la misma doctrina de ellos, porque se sienten plenamente autorizados para hablar con autoridad propia y entonces no falta ya nada par sentenciar a muerte al Papado y a su Magisterio.
- honran en el Apóstol al primero de los Papas de la Iglesia Primitiva, idea muy querida de los protestantes, Iglesia desaparecida con la “Paz constantiniana”, y -no se sabe cómo- resucitada con el Vaticano II,
- se niegan a venerar en él al Vicario de Cristo, o sea al “Obispo de los Obispos” que tiene la plenitud del Sacerdocio Ministerial.
- Luego los dirigentes del C.N. (no digo “los fieles neocatecumenales”, ignorantes y de buena fe) reconocen en Juan Pablo II no al Sumo Pontífice, Jefe visible de la Iglesia Católica, sino a una eminente personalidad del mundo civil, un poder humano de altísimo prestigio, ante quien pretenden presentarse como enviados, representantes, precursores, hijos predilectos, en cuanto que le atribuyen al Papa la misma doctrina de ellos, porque se sienten plenamente autorizados para hablar con autoridad propia y entonces no falta ya nada par sentenciar a muerte al Papado y a su Magisterio.
Es justamente la ruina de la Iglesia Jerárquica, según un plan verdaderamente diabólico promovido hace siglos por la Masonería, empeñada en desestabilizar el Cristianismo como Religión positiva, divinamente inspirada.
A continuación la percepción del pontificado por parte de este catequista, el cual juzga como inequivocamente adheridos a la FSSPX a todos los que se hacen conscientes de las muchas realidades y que hacen parte de la crítica al Camino Neocatecumenal, abogando con esto a una desconfianza de sus interlocutores frente a otros foristas silenciosos, que serían posiblemente decididamente adversos a esta sociedad sacerdotal, debido a que desafortunadamente esta persiste en un estado de irregularidad canónica con respecto a Roma. Pero ciertamente ninguno de los participantes del debate pertenecía a esta sociedad.
Su intervención sobre el pontificado fue la siguiente:
Leer esto resulta confirmar parcialmente lo señalado, un progreso hacia una futura no diferenciación real y sustancial del estado de los laicos a la condición sacerdotal. Una enseñanza que se formula no de manera explicita, y de cuyo señalamiento se extrañarían muchos, pero que evidentemente reside de forma implícita en el transfondo teológico neocatecumenal.
Esta apreciación, se acerca más a la concepción protestante moderna de "todos los cristianos son sacerdotes", en el sentido claro, de la paulatina no distinción del ministerio sacerdotal como un específico.
Para dejar claro este punto, sobre la superioridad del estado sacerdotal por sobre el estado laico, San Gregorio Nacianceno como otros Santos Padres, mantuvo que la ordenación configura el sacerdote, "invisible pero, en realidad, un hombre diferente y mejor," levantando esta condición altamente sobre el laicado. "El mismo poder de la Palabra," decía San Gregorio, "hace que el sacerdote sea venerable y honorable, separado de la generalidad de los hombres por la nueva bendición que se le otorgó". (cf. 1 Tim 3,1-13)
Tal formulación patrística, simplemente tiende progresivamente a escapar al entender común de la práctica del Camino Neocatecumenal y esto se evidencia en algunas de sus formas y algunas de sus innovaciones litúrgicas como las conocidas danzas en torno a la mesa-altar, en la que el sacerdote, salvo por las vestimentas, es visto como un participante y comensal más en el banquete del Señor y también en la comunión al unísono del sacerdote y los laicos.
Estas prácticas ambas son desconocidas por la normativa litúrgica de la Iglesia y que además no se encuentran contempladas dentro de las concesiones litúrgicas dadas al Camino Neocatecumenal.
En lo anteriormente expuesto, no verán muchos una verdadera trascendencia o importancia en el inmediato, por cuanto a que plantea un tema de teología fundamental. Pero este tema unido a otros, permite entrever un cisma de facto, que progresivamente parece erigirse dentro de los muros de la Iglesia.
Esperando la rectificación y las buenas praxis de todos los movimientos de la Iglesia, por el momento, ABC Apologética se abstiene de recomendar el Camino Neocatecumenal a sus lectores bajo la sospecha confirmada de desobediencia a las recomendaciones litúrgicas emitidas desde la Congregatio de Cultu Divino et Disciplina Sacramentorum, extralimitación de sus permisos estatutarios, desaciertos doctrinales y actuales prácticas no conformes al magisterio de la Iglesia Católica.
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