"Pertenecemos a la Iglesia militante, y es militante porque sobre la tierra los poderes de las tinieblas siempre sin descanso trabajan por aumentar la destrucción. No sólo en los lejanos siglos de la primitiva Iglesia, sino a través de todas las edades y en nuestros propios días, los enemigos de Dios y de la civilización cristiana atacan abiertamente el supremo dominio del Creador y los sacrosantos derechos humanos. No se perdona a rango alguno del clero; y los fieles -su número es legión-, inspirados por la valiente dureza de sus pastores y padres en Cristo, permanecen firmes, listos para sufrir y morir, lo mismo que los mártires de la antigüedad, por la única y verdadera fe enseñada por Jesucristo'"Este discurso del Papa, retrata con algo de precisión el lenguaje verbal o al menos mental que acompaña a aquel que comprende su situación en la Iglesia Militante y en ello precisamente a todo aquel que se prepara para entrar en Misión.
Pío XII, En la inauguración del Pontificio Colegio Americano del Norte, 15 de octubre de 1953.
Si bien en cierto que muchos, con el favor de Dios, no hemos de encontrarnos con la circunstancia del martirio físico, el deber de lucha en el mundo secularizado nos colocará sin duda en frente de situaciones varias de verdadero tormento emocional, que se configuran de algún modo con las palabras del Siervo de Dios Pio XII.
Y esto no se refiere a tomar de modo alguno un papel de victima sufrida del evangelio, o la coloquialmente expresada "cara de dolorosa", más del reconocer sin vacilaciones que la necesidad de una Nueva Evangelización surge, no por la necesidad de una reforma emocional, sino del planteamiento de un problema real que compromete a la labor única de la Iglesia: LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS, enmascarada a doquier por los vericuetos del modernismo eclesial y que apunta en muchos casos a la adhesión mediante una simple complacencia de todo interlocutor, buscando llevarlos a un mero emocionalismo, escapando de ser necesario a una decidida promulgación de las enseñanzas de Cristo en la Iglesia.
No pretende esto ser un discurso en contra de la busqueda de Cristo en la más elemental religiosidad popular, y mucho menos de ver en nuestra relación con la Iglesia y Cristo unos hábitos de tormento disidentes de la búsqueda de la salud corporal y espiritual propia; sino que más bien expresa la necesidad de sumar a esta relación, una verdadera educación en moral y preparación espiritual y doctrinal católica, pudiendo así como verdaderos cristianos expresar frente a otros la Santa verdad de Dios dando razones de nuestra fe. Tal educación y preparación, aun dentro de la paz espiritual que vivir en Cristo da, forzosamente llevará a vivenciar algún modo de contradicción, de perturbación de la paz cotidiana y el hallazgo de confrontación al menos argumental con el mundo y los agentes que por una u otra razón buscan llevar la Iglesia al suelo.
Entonces, tomando el ejemplo del siervo de Dios Pio XII, debemos considerar que en la guerra y en la paz, el cristiano debe ser inmutable y estar preparado según corresponda para dar todo de sí mismo por el evangelio.
En el contexto de la Misión Continental y la Nueva Evangelización (como planteamiento de la solución a un problema) esto significaría la restitución de la identidad católica de los pueblos. Un nuevo ardor, nuevos métodos y en una nueva sociedad sí, pero sin dejar en un segundo plano la profesión decidida de una fe frente a la confrontación y la necesidad de volver a enseñar un estilo de vida al modo de Cristo, amenazado y retado a doquier por la secularización, el desinterés, el modernismo y el facilismo.
ORA PRO NOBIS SANCTA MATER UT DIGNI EFICIAMUR PROMISSIONIBUS CHRISTI.
¡Excelente artículo! ¡En marcha!
ResponderEliminarIntentaré, luego de copiar y pegar en word, estudiar mejor estas líneas, ya que lo que aparece en la barra a mi derecha, no me permite concentrarme. La foto del bebé, es de muy mal gusto.
ResponderEliminarBendiciones
Pucho